Están para lo bueno y para lo malo. Conocen nuestros secretos, nos escuchan y saben cuándo se necesita un abrazo, una risa o el mejor consejo, aunque lo den de aquella manera.
Nadie nace preparado para morir y muy pocas son las personas que finalmente realizan una adecuada preparación. Somos una sociedad que vive de espaldas a la muerte por puro terror. Rehuimos hablar de ella; nos prohibimos reflexionar sobre ella y...