El futuro que vendrá, agitación

“El Futuro que Vendrá” supone la primera parte de la novela; lo que justifica plenamente el título añadido “Agitación”. La novela se honra de ser la presentación de Marisa Martin de Ruedas ante el público lector en una muy acertada edición de CON M DE MUJER, donde los tonos pálidos de las ilustraciones son carta de naturaleza que encaminan a quienes se aproximan a la obra al ambiente gris, apagado y tenebroso en que se sumerge la acción en la época más oscura de nuestra historia reciente. “El Futuro que Vendrá” narra con dureza y sensibilidad, una historia, que sin negar la realidad, encuentra buenos y malos en ambos bandos. Nos enfrentamos a un relato donde imperan los sentimientos, donde se engrandecen los valores, donde te impregnan las sensaciones y donde se viven intensamente las experiencias. Todo ello llevado con una intensidad arrolladora, tratado con una delicadeza exquisita y una dulzura lenitiva que mitiga el tremendo sufrimiento que se padece y magnifica hasta el clímax la sublimación del deseo en amor por encima de todo límite. Estamos ante una historia de amor y de odio, de deseo y de terror, estos pares se alternan, se contraponen, confrontan y conviven sin remedio en un desarrollo intenso e inevitable de unos hechos que no pueden tomar otro camino. La obra nace en un episodio fundamental que se narra en el primer capítulo al principio del levantamiento militar en Madrid, zona controlada por el gobierno legítimo, mientras que el resto de la trama discurre en el frío otoño-invierno de 1944 en una ciudad que ha dado la vuelta a la historia. Si bien los protagonistas han trocado los papeles, son muchas las circunstancias que se repiten; en mayor o menor medida la enorme fractura que ha sufrido el pueblo español subsiste: el miedo, el odio, el terror, la represión, el sufrimiento siguen siendo compañeros de viaje. Resulta evidente que la novela, sin esconder los hechos en absoluto, narrados con un realismo sobrecogedor, no cae en lo fácil que hubiera sido convertirla en un simple documento de denuncia, sin dejarse arrastrar por el asco que provoca la crueldad y el sadismo que no esconde el texto. Sin renunciar a la reivindicación del sufrimiento se eleva sobre ella la amistad, la justicia, el derecho a defender sus ideas y el agradecimiento entre dos de los protagonistas, que desde bandos distintos ponen por encima de la confrontación valores superiores más importantes que las diferencias ideológicas. Pero la novela es mucho más. Sobrevolando sobre un mundo de dolor que empaña la vida cotidiana, emerge una de la historias de amor más bellas, más delicada, más sutil, pero a la vez más apasionada y más intensa que ha caído en mis manos. Las dos protagonistas principales, que repiten la dicotomía de las dos Españas, como con los dos anteriormente citados, se presentan como personajes fruto de sus circunstancias. Amparo, la de clase alta, la joven de la España triunfal, no casa con el papel que esta sociedad espera de ella; la mujer como apéndice del marido, a su servicio, la mujer al servicio de la patria donde parir hijos es su meta. La religión y la familia dos pilares básicos del régimen. La presión del sistema de crear mujeres como especie subalterna, no entra en la decidida personalidad de la joven, que se rebela contra todos los condicionamientos sociales que se le quieren imponer; su madre es la mano del régimen en su familia y por tanto el máximo obstáculo. Manuela, con una familia humilde, con su padre encarcelado, con el miedo y el sufrimiento impregnados en su carne, pero con la resolución de tirar hacia adelante ante el resto de la familia incapaz de asumir responsabilidades. La acción de la novela se desarolla principalmente en cuatro entornos distintos: la cárcel, el taller, las viviendas familiares y la célula clandestina, en los que el miedo es el protagonista de la vida, como escudero predilecto de la represión. La cárcel es el escenario más recurrente, el origen de todo sufrimiento, donde el miedo, el terror, el dolor, la humillación, la burla, la tortura, la muerte, campan a sus anchas; donde la crueldad se manifiesta hasta en lo más trivial, la abyección del funcionariado de la cárcel que se aprovecha de su posición para robar aquello que, con tanto sacrificio, han conseguido las familias para paliar el hambre de sus presos. El taller es el remanso de paz, es la salida para encaminar el dolor hacia la necesaria subsistencia, es el refugio donde se esconde la posibilidad de vivir y de sentir: la esperanza ante la terrible realidad que te fulmina. Allí se empiezan a madurar las sensaciones y los sentimientos entre Amparo y Manuela. Las casas familiares vuelven a exhibir las contradicciones de las dos Españas. La casa burguesa donde la ideología del régimen pretende imponer a través de la madre su asunción, su afianzamiento, para lo que es necesario cumplir con los requisitos: el adoctrinamiento que ejemplifica el Servicio Social y que es el objetivo de la madre, Piedad, para con Amparo; no así con Julián, el hijo, prototipo del señorito engreído, acosador, prepotente, y acérrimo exponente de la juventud del régimen. Piedad, que también explica cómo el régimen absorbe lo que rodea. La mujer que se casó con Jacinto, el padre de Amparo, era muy distinta, es el espíritu del régimen quien la alista en su cruzada: Amparo y Jacinto como oposición a Piedad y Julián, y Manuela sufriendo las humillaciones de Piedad y el acoso de Julián, como daño colateral de la guerra. La casa pobre, en la corrala, donde en principio se trata de vivir lo más humildemente posible, extrayendo felicidad de su pobreza y de su amor familiar, que se trunca con la detención y encarcelamiento del padre, pero que siempre procura, sublimando el dolor, mantener la dignidad. Y por último, la célula clandestina, donde todo cuidado es poco, donde el deseo de revancha se mezcla impunemente con la sana necesidad de defenderse de la agresión del régimen fascista que soportan, donde las decisiones no se discuten, donde sigue imperando una ausencia total de libertad y de consideración a las personas, pero que se considera imprescindible para la supervivencia y que se acepta fatalmente. Enorme contraste con el pensamiento de Samuel, que no es comunista, ni socialista, ni anarquista, que defiende una lucha sin etiquetas; para él, la lucha es generosidad, sacrificio, solidaridad, agradecimiento. Si el miedo, queda claro que es el eje de la novela, está claro también que el único antídoto es la lucha. La lucha desde la acción, la lucha por la supervivencia desde la imaginación y los recuerdos. Es el recurso de Samuel frente a la impotencia ante la tortura y el sufrimiento de la cárcel, es el recurso de Amparo y de Manuela ante las dificultades de su relación, es el recurso ante la presión de Piedad sobre su hija, aunque la solución lleva inevitablemente a afrontar la situación con decisión. Ingredientes más que suficientes para elaborar. un plato fuerte, pero de un gusto exquisito, que consiguen un resultado excelente. En el aspecto formal cabe resaltar que el libro está escrito con un lenguaje sencillo y comprensible, pero no exento de belleza. Acusa los momentos más vívidos, más impactantes, con fuerza y con precisión al tiempo que con sensibilidad y mesura. Acompaña escenas significativas con imágenes acertadísimas que enriquecen los momentos haciéndolos más claros, más nítidos, y se recrea con ilusión, con esperanza, con alegría, en las escenas de amor que aparecen como sobrenaturales en los que se roza el paraíso con los dedos. El amor se engrandece, sin dejar de ser consciente del riesgo, de la responsabilidad. Manuela reflexiona ante la magdalena comparándola con la situación que viven, como metáfora de la vida, cuando quiere ser auténtica, fiel a sí misma, se le pega al paladar y resulta difícil de masticar y de tragar. Amparo defiende y siente un amor que la sociedad prohíbe, castiga y reprime. Todo, aunque se espere con enorme avidez la necesidad de continuar la lectura, transporta a quien lee la obra a disfrutar de un relato de muy bella factura, que deja con un regusto de satisfacción de haber gozado con una pequeña obra de arte.