Todo está bien

LA RESISTIBLE ASCENSIÓN DE OLE UN POLÍTICO EN LA CUMBRE Toda la publicidad de la editorial recuerda aunque solo de título a “La resistible ascensión de Arturo Ui” -1941- de Bertol Brecht, aquella alegoría satírica con espíritu didáctico. Pero la temática de la corrupción puede epatar más que educar a los recién llegados a su lectura … La ironía y el sarcasmo, cuando la realidad supera la ficción, hacen del protagonista, Olegario, el tipo de “profesión política” instalado siempre cerca de las estructuras del poder y que con el tiempo ha perdido la idea de partida del grupo político inicial a cambio de la idea de progreso personal y de la obtención de mayor cuota de poder. Como se deja ver en todos lo Y lo lleva hasta el campo de la vida privada. Su afán se centra en crear las falsas realidades que van a ser la nueva historia, la memoria histórica que personas con poder quieren construir y pagan a sus corifeos para arraigarla en el nuevo discurso. Si los valores en que nos educamos varias generaciones dejan de ser certezas por obra y gracia del poder bastardo, nuestros herederos estarán limitados en la realidad distorsionada que les está llegando y les seduce con el señuelo de la ausencia de esfuerzo y de compromiso personal. El perfil de Olegario, nuestro político, es el perfil generalizado en las estructuras de poder y resulta bochornoso que ese perfil político sea el que se vota ante el tótem de las urnas. El pueblo en vez de mentiras y contubernios entre políticos y financieros merece honestidad; no es necesario –o sí- que sean modelos de comportamiento ético, pero sí de una contraprestación por su parte al menos honesta. La experiencia en otros medios de comunicación le permite al autor de esta “Todo está bien” el uso de un estilo propio, difícil para cualquier estudiante de nuestro idioma. Se salta todas las normas recomendables de escritura o casi todas, mezclando frases sin sujeto expreso, ni tácito, ni imaginario… Hasta es posible que el lector no entienda frases y las sobrevuele sin preguntarse ¿a quién se refiere? o ¿a quién le pasa esto?, pero sigue leyendo antiliterariamente imaginando lo que quiere, que no es precisamente lo que pretende el autor con su original destrucción de las normas de escritura. Es una forma de entender eso de que el idioma lo hace el pueblo. No es una novela esta “Todo está bien” de Daniel Ruiz García para modelo de trabajo en análisis sintáctico de los párrafos excesivamente acomodados, bastantes, del relato. Tampoco, al final, el lector recuerda quién es cada cual en la historia de Olegario, el consejero de Fomento, que no supo guardar la cartera. Prescindible.(Ver comentario en Presentación del título y en Book Google).